GRACIELA, 1.800 FEMICIDIOS DESPUÉS

LAS ABUELAS DEL NI UNA MENOS

GRACIELA, 1.800 FEMICIDIOS DESPUÉS

Graciela Alves es la abuela de Micaela García. También es una militante concordiense de toda la vida, luchadora y parte de la fundación que lleva el nombre de su nieta. Desde el femicidio se la Negra fueron más de 1.800 los femicidios ocurridos en Argentina. En esta nota, su palabra.

El último 3 de junio se realizó una nueva marcha bajo el lema #NiUnaMenos, movimiento que irrumpió en el país en el año 2015 al calor de un grito de hartazgo frente a violencia extrema machista. Como muchas veces se señaló, las pibas protagonizaron aquel tiempo y la posterior marea verde que continuó con la lucha por las reivindicaciones feministas. Sin embargo, también estuvieron (y están ahí) otras mujeres, las abuelas, que junto a sus nietas recorrieron un camino de despertar y lucha por la libertad. En esta edición de La Mala contamos con el testimonio de Graciela Alves, abuela de Micaela García, quien nos ayuda a ilustrar el coraje de las mujeres que nos siguen abriendo camino.

Graciela Alves nació en Concordia, la llamada “Capital del peronismo entrerriano”. Siempre militó en los barrios inspirada en la memoria de Evita por quien tiene un profundo amor y lealtad. Como a todas las de su tiempo, le costó abrirse espacio en un mundo que pensaba a las mujeres como subsidiarias de lo que los varones protagonizaban. Y, claro, su vida no estuvo ajena a violencias y discriminaciones.

Su nieta, Micaela García, que había heredado de ella su pasión por la militancia y el peronismo, la ayudaba a tomar consciencia sobre la desigualdad que rige para las mujeres, no sólo en las grandes estructuras del poder sino en la cotidianeidad de la vida. Se enojaba cuando Graciela “malcriaba” a sus hermanos varones y les tendía la cama, mientras a ella se le exigía orden y colaboración con las tareas de la casa.

“Con Micaela éramos muy compañeras, muy compinches. Fue una nena muy esperada, imagínate que fue la primera nieta de mi única hija. Cuando me enteré de que Andrea estaba embarazada hice un curso de costura porque no sabía nada de manualidades, así podía hacerle todo el ajuar de recién nacida”, cuenta con orgullo Graciela sobre su compromiso con el rol de abuela.

El 3 de junio de 2015, como decenas de miles de mujeres a lo largo y ancho de toda la Argentina, Graciela se decidió a marchar bajo la consigna #NiUnaMenos, angustiada por las noticias diarias que hablaban del asesinato de alguna joven en algún rincón del país. Preparó el mate y se fue a la Casa de la Mujer, en Concordia, donde habían propuesto estampar gratis remeras para la marcha. Pidió que le hicieran dos para sus sobrinas, una para ella misma y otra para Micaela, que por aquel entonces tenía tan sólo 20 años.

“Voy a las marchas por estos atropellos que estamos sufriendo de este gobierno. Micaela estaría en la calle luchando, gritando, por las niñeces y por la gente que sufre”

Su nieta quedó encantada con el obsequio y decidió sacarse una foto donde se la ve con la sonrisa amplia y la remera blanca con una estampa del personaje “Matilda” del reconocido artistas Liniers. “Micaela se venía a Concordia y se quedaba conmigo. Ella era una chica muy curiosa y seguía todo lo que yo hacía. Si yo barría, ella se ponía a barrer; si cocinada, ella se ponía a hacer los ñoquis conmigo… Yo siempre milité en el partido peronista, nunca tuve ningún cargo ni me interesó, sólo fui presidenta de mi barrio, siempre milité en barrios. Seguramente ella me veía y le gustó la militancia, porque Mica era una chica muy preocupada por los demás, que se interesaba. En las marchas, en todos lados, siempre andábamos juntas”, recuerda Graciela con voz entrecortada. Sin imaginarlo jamás, menos de dos años más tarde, esa fotografía recorrería toda la Argentina. Micaela desapareció el 1 de abril de 2017 y, una semana más tarde, su cuerpo fue encontrado en un descampado, tras haber sido víctima de violación y femicidio.

El caso “Micaela” resonó muy fuerte en la opinión pública, recordó que ninguna mujer está libre de ser víctima de violencia y ratificó que si el Estado no actúa con perspectiva de género la vida de las pibas está en peligro. Pero, además, el femicidio de la Negra interpeló a toda la sociedad porque ella era una joven consciente y activa dentro de la militancia política y feminista, porque su sensibilidad la llevó a ocuparse de mujeres en situación de vulnerabilidad e infancias excluidas de todos los derechos, porque era una joven sin pereza ni excusas cuando se necesitaba compromiso y porque la Negra, como le decía su compañerada, era una “jetona” que decía verdades incómodas en pos de defender a quienes más lo necesitaban.

Graciela junto a Micela. “Desde lo de Mica mi vida no es la misma, cambió todo, pero seguimos luchando”, dice hoy

Pocos meses después del femicidio, Andrea Lescano y Néstor García, los padres de la joven, crearon la Fundación Micaela García La Negra con la intención de continuar el trabajo social que ella hacía en los barrios más humildes de Concepción del Uruguay y contribuir a la generación de consciencia sobre la violencia por motivos de género. Y allí comenzó la nueva militancia de la abuela Graciela, pintando paredes, acompañando los talleres, ordenando las donaciones de ropa y cualquier otra cosa que pueda surgir para tender una mano y seguir construyendo la sociedad que Micaela soñó.

“Desde lo de Mica mi vida no es la misma, cambió todo, pero seguimos luchando. Llevamos el dolor con fuerza para seguir adelante. Yo también sigo por mis otros nietos. Ahora estamos luchando para realmente se haga hace justicia y se condene a Pavón que también fue responsable”, relata, en referencia a los esfuerzos de la familia García Lezcano para lograr que Néstor Pavón sea condenado como coautor, es decir, como co-femicida de Micaela y no tan sólo como encubridor de Sebastián Wagner.

Mas de 1.800 femicidios ocurrieron en Argentina desde aquel 1 de abril de 2017 cuando mataron a la Negra. Detrás de cada caso, miles de padres, madres, hermanos, hermanas, amigas, hijos, hijas y abuelas, como Graciela, han quedado con el corazón quebrantado, con el dolor de la pérdida y la impotencia que genera la injusticia.

“Estoy muy enojada con la dirigencia, porque se ha olvidado de dónde vienen y no se comprometen”

Al cumplirse 9 años de la primera marcha de #NiUnaMenos, nos encontramos frente a un escenario adverso, de negación de la violencia por razones de género, estigmatización de las militancias feministas y desguace de las políticas públicas tendientes a prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y disidencias. Un contexto que pareciera invitarnos al miedo, el desánimo y la desmovilización. Sin embargo, ahí están mujeres como Graciela, que nos sacuden con su testimonio y nos exhortan a salir de la parálisis: “Voy a las marchas por estos atropellos que estamos sufriendo de este gobierno. Micaela estaría en la calle luchando, gritando, por las niñeces y por la gente que sufre. Por eso estoy muy enojada con la dirigencia, porque se ha olvidado de dónde vienen y no se comprometen. Tengo mucho dolor porque no pensé ver a mi edad volver a ver esto, pero no vamos a claudicar porque nos costó muchísimo y nos sigue costando porque a las chicas las siguen matando. Nuestras luchas siempre fueron en la calle, en el barrio, en el barro y ahí vamos a seguir estando”.

La fuerza, claridad y la energía inagotable de Graciela nos enseñan, en tiempos de bravuconadas, discursos de odio y falsos corajes, que luchar como una abuela no es para cualquiera. Allí están las abuelas bancando lo que nadie banca, comprendiendo lo que nadie comprende, recordando lo que otros olvidan. Por eso, en Graciela va nuestro homenaje y reconocimiento a todas las mujeres que día a día cargan con sus dolores y nos siguen abriendo camino, aun cuando la noche es más oscura.