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TODOS A LOS BOTES

¿QUÉ PASA CUANDO PASA EL AGUA?

TODOS A LOS BOTES

Gualeguaychú se recupera de una nueva inundación, que golpea con mucha vehemencia zonas costeras, produciendo tristeza y desolación en los sectores más afectados. El amor y la solidaridad como antídoto. Una canción de rock como herramienta de análisis.

Texto: Valentín Freri

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Ilustración: Diego Abu Arab

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“El temblor ya va a pasar”, interpreta Carlos Alberto “indio” Solari, en “Todos a los botes”, del disco Perfume de la tempestad.

Pero, ¿el temblor ya va a pasar?

Para responder a la pregunta, abordemos la frase: el temblor es eso que desestructura y que hace tambalear lo que está firme, entonces, eso que genera movimiento en algún momento debe cesar. Pero, me gustaría pensar el temblor desde otro lugar, profundizando en la continuidad de la vida cotidiana de la comunidad que transitó esta situación. 

Una gran parte de los barrios afectados -no todos- son lugares olvidados, postergados, donde la crudeza de la desigualdad hace mella y la teoría del derrame no impacta. Donde los vecinos reclaman con firmeza acompañamiento estatal real, no sólo un acercamiento en un suceso crítico puntual, sino, más bien, una presencia activa en los procesos vertiginosos y corrientes de la vida en colectividad.

Demandan una presencia constante por parte del Estado, un rol preponderante del mismo, que se escuchen sus voces y se resuelvan los conflictos de todos los días, que van mucho más allá de un fenómeno circunstancial. Asimismo, expresan un descreimiento hacia la política y hacia los políticos: el agua irrumpiendo en sus vidas es cada vez más frecuente y sin ningún tipo de proyección para su resolución.

“La del agua es sólo una de tantas problemáticas, pero refleja esta lógica del desencuentro entre la política y los ciudadanos, que podemos encontrar en otras tantas circunstancias”

Hay algo de lo vivido, guardado y petrificado en la memoria respecto a la «marea» y nadie siquiera propone sentarse a formular soluciones, de ningún tipo -valga la redundancia- y de ninguna índole. ¿Cómo creer y confiar en quienes sostienen lazos de distancia y no de cercanía real y sentida?

La del agua es sólo una de tantas problemáticas, pero refleja esta lógica del desencuentro entre la política y los ciudadanos, que podemos encontrar en otras tantas circunstancias.

DOS LÍNEAS A CONSIDERAR

Las inundaciones también visibilizaron dos cuestiones fundamentales, la primera es que la gestión municipal, encabezada por el intendente Mauricio Davico, no conoce el paño y tampoco es algo que le interese en su preámbulo de gobierno. Los olvidados seguirán ubicados en el mismo recoveco social, nunca estuvieron en sus prioridades. La segunda cuestión, quizá la más importante, es que la solidaridad sigue vigente, en tiempos donde se discute la presencia de valores y principios organizadores de nuestra sociedad. La realidad es que fueron días de mucha fuerza y dinamismo a nivel local, en los que grandes grupos de vecinos autoconvocados, organizaciones sociales, partidarias y no partidarias, realizaron un trabajo profundo y minucioso, poniendo el cuerpo donde algunos sólo acudían para tener una postal de Instagram que permita revitalizar su administración de la cosa pública.

Aunque, retomando el título de este ensayo, se hace difícil ignorar que ese temblor, una parte de al menos, no va a pasar del todo: el agua retrocederá de las casas y las calles colapsadas, pero no el abandono estatal, ni la desidia emanada por políticas neoliberales nacionales que direccionan de manera teórica y práctica la gestión municipal comenzada hace cuatro meses. La racionalidad neoliberal provoca una mayor agudización de la pobreza y agiganta la brecha entre sectores sociales, incrementando la desigualdad en todas sus aristas y potenciando los procesos de exclusión.

Entonces…

Allí, la subida del río es sólo una problemática más entre las múltiples complejidades que condicionan la vida de cientos de familias, por lo que el temblor del agua pasará, pero no hay que olvidarse de otros movimientos-desigualdades que repercuten en la realización diaria de los sujetos.

El temblor seguirá estando: ya no en forma de agua desbordada, si no en forma de desigualdad latente.

Un extracto más de la lírica de Solari denuncia a aquellos “locos de gran intensidad, por las verdades que ocultan”. Esos mismos que cuando bajó la marea volvieron a sus despachos y a la vida burocrática para negar verdades evidentes, que nosotros no naturalizamos.

Aunque…

A pesar de las condiciones estructurantes, me animo a dar una vuelta de rosca más, pero desde lo positivo.

¿Cuál es el camino? Tal vez, que la política reconozca que no ha sabido dar respuestas concretas a la resolución de los conflictos de la sociedad. Los vecinos piden soluciones a situaciones tangenciales y generacionales: trabajo, acompañamiento y cuidados, paradójicamente, estos últimos son parte exclusiva del cualquier discurso de un funcionario público, pero, ¿dónde está el accionar práctico del mismo?

Es momento de la metamorfosis del temblor. Es aquí y ahora, el tiempo de virar el boteen el cual se atraviesa la inundación y la vida cotidiana asiduamente. Llegó el tiempo de los de abajo, de los que han sido sentenciados por muchos inoperantes u operantes -vaya a saber cada uno cómo los ubica- de la administración, la posibilidad de resurgimiento la tienen, como siempre, los vapuleados, los olvidados y los excluidos. Como plantea Carlos Alberto en la estrofa número cuatro: «Todas nuestras historias ya son sufrientes, se enturbian y quedan atrás, nos quieren pacientes».

Con esto, el autor busca despertar y generar conciencia, es por eso que decimos que el destino hoy está en las manos callas y temblorosas, oscuras y blancas, sucias y limpias, de aquellos a quienes se les han arrebatado los sueños, los anhelos y los deseos.

DEL DICHO AL HECHO

A pesar del despotismo de ciertos sectores y su nulo poder resolutivo, del agua -como fenómeno- arrasando ranchos, taperas y casas, y también visualizando a aquellos que no tienen un ápice de compasión y desde su lugar, condenan a la población a subsistir en la marginalidad más absoluta, es que nos abrazamos a la idea expresa y clara de solidaridad-amor que surge a través de una comunidad organizada.

Idea que sólo se sostiene poniendo el cuerpo, tratando de hacer un poco menos hiriente la vida de las colectividades en situación de vulnerabilidad.

Es por eso que… ¡Todos a los botes!

Acompañar lo teórico-discursivo con la practicidad es el camino más congruente para intervenir en la realidad.