Los cuerpos del carnaval

ROMPER EL MOLDE

Los cuerpos del carnaval

El Carnaval, acá y en cualquier lado, es definido como actividad cultural, herramienta de expresión de las distintas sociedades y épocas, productor de sentidos y creador de realidades. La palabra de mujeres que en Gualeguaychú se salieron de los esquemas preestablecidos.

Texto: Candela Giacopuzzi

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Ilustración: Diego Abu Arab

Nuestro carnaval, con todas las benevolencias que le adjudicamos desde siempre, se encuentra en un lento proceso de cambios esenciales y estructurales, empujado por nuevas formas de entender las corporeidades hegemónicas, los cánones estéticos y las propias realidades de la actualidad, pero con resistencia, como todo cambio.

La que sigue no es una nota en la que hablemos sobre la violencia simbólica que se reproduce año a año entre propios y ajenos, se propone, en cambio, repensar cómo ocupan las diversas corporeidades los distintos espacios en el Carnaval de Gualeguaychú y cómo queremos seguir mostrándole al mundo nuestra fiesta.

«La construcción de una imagen corporal, de lo que implica ser mujer, no solo tiene que ver con las cuestiones orgánicas y evolutivas de cada una, como algo lineal y directo. No es solo un ‘envase que nos tocó’ y en el que nada tenemos que ver, sino que esta imagen también se construye a partir de enunciados y conceptos preexistentes a cada mujer gualeguaychuense. Enunciados que se sostienen y proyectan sobre nuestros cuerpos, que nos incluyen dentro de esta cultura particular con toda su impronta carnavalera, pero que a su vez condicionan nuestro modo de vernos a nosotras mismas y a les demás”, expresa, en diálogo con La Mala, Laura Villamonte, ex reina de la Comparsa Papelitos. Y sigue: “Estos enunciados, si bien en algún momento de nuestra constitución nos ayudan a sentirnos parte de una cultura, muchas veces funcionan de modo desfavorable, afectando directamente a nuestra salud física y mental».

La ambivalencia de pensar en la expresión libre de los cuerpos y los juicios sobre los mismos es permanente. ¿El carnaval es realmente para quien quiera participar? ¿O es sólo la ilusión de sostener “la fiesta popular”?

En una entrevista con Télam, la escritora y doctora en Ciencias Sociales Esther Pineda se refirió en junio de este año a la violencia estética como un conjunto de narrativas, representaciones, prácticas e instituciones que bombardean con los estereotipos y cánones de belleza que presionan a las mujeres a responder a ellos y que discrimina a aquellas que no satisfacen esa expectativa.

“Hay un reforzamiento permanente de la idea de que, para tener un valor, para ser visible, para ser elegida, tu cuerpo tiene que encajar en ese estereotipo, que es un estereotipo de una mujer blanca, delgada, joven, sexualizada, con el pelo largo y lacio”, describe Pineda. Y dice que el género femenino, en especial, está atravesado por “imágenes y relatos” donde las únicas mujeres que “pueden tener un lugar en la sociedad” son aquellas que encajan con el ideal de belleza. Sin embargo, ¿qué pasa cuando las mujeres y las diversidades ocupan otros espacios? ¿Cómo se constituye la corporeidad en el carnaval?

¿UN TRAJE PARA UN CUERPO O UN CUERPO PARA UN TRAJE?

Ruth Zárate vive el carnaval desde su adolescencia. Comenzó saliendo y posteriormente fue convocada por José Luis Gestro para trabajar junto a él en los talleres de la Comparsa Marí Marí. Ha diseñado y realizado trajes para el Carnaval de Gualeguaychú y el de 25 de Mayo, en la provincia de Buenos Aires.

“Al carnaval hay que pensarlo desde el valor artístico que tiene en cada uno de sus espacios y no solo desde lo corporalmente estético. Así lo pienso, lo diseño y lo trabajo, pero una se encuentra lidiando con cuestionamientos permanentes, hay que hacer entender que ese carnaval de los cuerpos tallados socialmente ya no es lo que se busca”, dice Zárate para esta nota.

Al momento de diseñar, cuenta, lo hacía pensando exclusivamente en la figura que iba en ese traje, “porque venimos con el chip de los años 90”. Entonces, “cuando comencé a trabajar en el carnaval de 25 de Mayo, donde los cuerpos salen como son y quieren, me costó mucho entenderlo y también me costó poder crear desde otro lugar”.

“Aunque de a poco estamos transitando pequeños cambios, todavía falta para pensar en un carnaval para todos. Es un momento de diversión y disfrute, entonces no creo que haya gente con más derecho que otros para ser parte”
RUTH ZÁRATE

“Actualmente diseño y después vemos quién va con ese traje, sin pensar en un cuerpo hegemónico para ese diseño, porque puede salir todo el mundo, es una de las discusiones que nos damos desde nuestro lugar de creadores y creadoras”, cuenta la diseñadora. Para quien el tema de los cuerpos es complejo, sobre todo porque en nuestra ciudad “aún sigue muy marcada la cuestión de que los cuerpos tienen que ser trabajados todo el año con el objetivo de ser mostrados en el carnaval”, entonces “a veces, personas que tienen el deseo de salir no lo hacen porque consideran que no tienen el cuerpo que hay que tener para hacerlo”.

Ruth Zárate fue la primera mujer transgénero en ser directora de una comparsa, en O’ Bahía (Foto: Santiago Burgos)

“Aunque de a poco estamos transitando pequeños cambios, todavía falta para pensar en un carnaval para todos. Es un momento de diversión y disfrute, entonces no creo que haya gente con más derecho que otros para ser parte”, afirma la referente carnavalera. Y dice que “el integrante tiene que entender que es parte de una historia, que salir en el carnaval es mucho más que mostrar un cuerpo”.

El proceso es largo, complejo y lleno de obstáculos, como todos los procesos sociales, pero poner en valor lo artístico por sobre lo corporalmente estético es un punto que, al menos marginalmente, va encontrando permeabilidad en algunos planteos que nacen del seno carnavalero.

HABITAR OTROS ESPACIOS

Históricamente, el carnaval ha determinado con precisión el lugar de los varones, el de las mujeres y el de las diversidades. Pensar la construcción de esas corporeidades en sus respectivos espacios abre una puerta a la reflexión. “La construcción de los cuerpos hegemónicos es una cuestión del atravesamiento social que recae sobre los cuerpos, el género, los roles y las funciones que tienen que ver con una época, donde cada una tiene sus condicionamientos, tanto para el cuerpo como para el género y para la sexualidad”, manifiesta Gisela Piaggio, licenciada en psicología e integrante de Las Audaces, la primera batucada del Carnaval del País conformada íntegramente por mujeres.

“El carnaval, como medio de expresión de una sociedad, delimita claramente cuál es el estereotipo del hombre y cuál el de la mujer que se puede mostrar, todo lo que no coincida con eso va cubierto o tapado. La aparición de la mujer en una batucada, por ejemplo, es totalmente tapada, se trata de que no se vea ningún rasgo de femineidad, porque justamente no es un lugar que habiten las mujeres”, explica.

“El carnaval, como medio de expresión de una sociedad, delimita claramente cuál es el estereotipo del hombre y cuál el de la mujer que se puede mostrar, todo lo que no coincida con eso va cubierto o tapado”
GISELA PIAGGIO

La batucada ha sido el lugar de mayor segregación social dentro de una comparsa, históricamente conformada y dirigida por hombres. No se trata sólo la construcción de cuerpos hegemónicos, también de la posibilidad o imposibilidad de habitar otros espacios diferentes a los socialmente impuestos lo que nos vuelve a interrogar si el carnaval es realmente para quien quiera participar.

Las Audaces suman más de dos décadas de historia y es la primera batucada de mujeres en ser parte del Carnaval del País

“Para muchas resulta incómodo o demasiado controvertido permitirse integrar un grupo que estuvo tan vinculado a los varones, pero si el carnaval es la expresión de los pueblos, que la mujer pueda mostrarse y ocupar otros espacios tiene que ver con la puja que se produce en este y en tantos otros ambientes”, dice la integrante de la batucada Las Audaces, que, con 20 años de historia, recién pudo ser parte del carnaval en 2021.

“Un acto de total ruptura, porque la mujer solo tenía participación en el carnaval, o mostrando su cuerpo hegemónico que coincidía con el paradigma de la época o tapándolo, pero de ninguna manera en posiciones jerárquicas o de dirección”, diferencia Piaggio.

Habitar otros espacios, repensarse en ellos y seguir construyendo la expresión artística más allá de los estereotipos es también crear realidades más equitativas, porque el carnaval es encuentro en la diversidad. Es, desde sus orígenes, el momento en el que todas personas son libres de todo mandato. Es la fiesta en la que “el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano, sin importarles la facha”. Es disfrazarse para ser otros, para ser otras y otres. Si esta ilusión se empieza a asemejar a la realidad, el carnaval será más plural, más diverso y equitativo.