Ser campeona mundial

BOXEO FEMENINO

Ser campeona mundial

Nahir Erlin tiene 21 años y hace una semana se convirtió en la primera boxeadora profesional en la historia de Gualeguaychú.

Texto: Candela Giacopuzzi

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Fotografía: Luciano Peralta

Si hay un mundo que desconocía totalmente era el del boxeo. Eso hasta el martes último, cuando Nahir me recibió en el gimnasio en el que entrena doble turno, de lunes a sábado. Lo hizo con la soltura de quien abre las puertas de su casa y con las ganas de quien tiene hambre de gloria.

En su diálogo con La Mala habló de sus inicios en el deporte, de la primera pelea profesional, de las barreras que atraviesa y de su deseo mayor, el de ser reconocida mundialmente. Su historia es de lucha y superación, y puede contarse como una pelea por la igualdad y la conquista de derechos, perfectamente comparable con las historias de las mujeres en otros tantos deportes. El boxeo se convierte, entonces, en un lugar donde la pregunta “¿y por qué no?” funciona como motor que ilusiona y ordena.

Con el cuadrilátero del gimnasio de Camioneros de fondo, la joven profesional contó que comenzó a boxear hace siete años en el club Pueblo Nuevo, cuando tenía catorce, junto a su entrenador, Ángel Duche. “Después fuimos cambiando de lugares de entrenamiento y nos unimos finalmente al sindicato de Camioneros, donde estamos actualmente”, expresó.

“Empecé a entrenar boxeo por una conocida, siempre me gustó el deporte, hice básquet y fútbol, pero soy muy competitiva y en los deportes en equipo había cosas que no me gustaban. A los tres meses de arrancar boxeo, le dije a mi entrenador, mientras corríamos, que quería pelear: se sorprendió, yo tenía catorce años y pesaba 46 kilos”, recordó.

El boxeo la cautivó de inmediato, a los nueve meses debutó como amateur en una pelea en Ceibas contra una rival concordiense, que sumaba trece combates: fue empate. “Había tenido un buen comienzo y seguí entrenando a pesar de muchas cosas”, detalló la joven gualeguaychuense.

CONTRA TODO RIVAL

Nahir siguió entrenando y preparándose ardua y comprometidamente para llegar a sus objetivos, que muy claros los tiene desde que comenzó. “Después del debut amateur, tuve muy buenas repercusiones y todo me decía que podía seguir e ir por más”, expresó la boxeadora que, cuando habla de su recorrido, no omite las dificultades en el proceso: estudiar y entrenar, trabajar y entrenar, comer saludablemente y lo necesario para mantener su peso que en esta disciplina es fundamental.

“Siempre trabajé para tener lo mío y equilibraba mi vida entre el trabajo y el boxeo porque yo quería debutar profesionalmente. Me había quedado sin trabajo y se me estaba complicando todo, y ahí la cabeza te juega en contra, pero siempre mantuve mi norte y seguí trabajando para eso”, sostuvo.

Entendió también la necesidad de que en este y en cualquier deporte la salud mental es fundamental, así que, con el acompañamiento de su familia y su entrenador, comenzó a ir al psicólogo. “Estaba en un momento que no sabía para dónde ir, pero por suerte siempre tuve mucha ayuda de mi gente y mis sponsors”, agradeció.

Hoy, Nahir está trabajando y entrena tres turnos de lunes a sábados: “Llegó todo justo, en el momento indicado, nunca dejé de entrenar a pesar las dificultades y eso se intensificó unas semanas antes del debut profesional, que entrenaba incluso los domingos, además de tener que bajar de peso para poder pelear en la categoría que me correspondía”.

EL DEBUT

Ningún otro país suma tantas mujeres ganadoras de cinturones mundiales como Argentina. Es un dato a tener en cuenta, ya que esta disciplina fue oficialmente reconocida recién en 2001 en el país. Las boxeadoras argentinas tuvieron que superar muchas barreras -principalmente culturales- para poder competir. Sin embargo, con el tiempo se fueron derribando prejuicios, fortaleciendo el músculo femenino y logrando reconocimientos en los organismos más importantes que rigen la actividad a nivel mundial. Fue así gracias al liderazgo de deportistas como Marcela “La Tigresa” Acuña, que peleó por primera vez de forma profesional en 1997 y mostró el camino a muchas otras boxeadoras.

La Tigresa hizo carne ese ¿y por qué no? y en 1996 decidió tomarse un micro desde su Formosa natal hacia Buenos Aires para comenzar a abrirse paso e invitar a todas las mujeres a que luchen por un reconocimiento, por un lugar en este deporte.

Con la guardia siempre arriba, Nahir posa en el gimnasio del Club Camineros de Gualeguaychú

Nahir lo hizo veintisiete años después, en Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe, a los 21 años y en la categoría de peso pluma: ganó la pelea de manera unánime, es decir, cuando todos los jueces determinan ganadora a la misma boxeadora.

“Viajamos el jueves, la pelea fue el viernes. Se complicó al llegar porque mi contrincante no quiso pelear, por motivos ajenos a mí, y se bajó. Pero, por suerte, pudieron conseguirme otra rival. Yo quería debutar como sea, estaba todo preparado para eso”, señaló, entusiasmada.

“Hay que confiar, hay que darle una oportunidad a la mujer en el boxeo, no solamente a mí, que soy la primera debutante como profesional, sino a todas las que deseen hacer este recorrido”

“Lo disfruté muchísimo, todo fue espectacular, aunque me hubiese encantando poder hacerlo en Gualeguaychú, pero siempre tuvimos muchas trabas para conseguir los galpones del puerto, igual creo en algún momento sucederá”, dijo e hizo carne eso de que nadie es profeta en su tierra.

A través de las redes sociales, desde el sindicato de Camioneros celebraron su debut y dieron palabras de aliento a esta joven promesa local: “Nahir ha dedicado años en el trabajo de mejorar día a día en la disciplina, con mucho amor, perseverancia, esfuerzo y disfrute, sobre todo; ha sabido esperar y tener paciencia para debutar como profesional, por eso está feliz de que llegue ese día”, expresaron. Y agregaron que, “si bien el debut no fue en su ciudad natal, donde le hubiera gustado junto a su familia y la gente que la acompaña siempre, se siente feliz por dar este gran paso y tiene mucha fe que luego de esta pelea se le abrirán las puertas para pelear en su amada Gualeguaychú”.

A pesar de todo eso, Nahir sigue entrenando y soñando en grande, “desde que arranqué quiero ser campeona mundial, pero soy consciente que recién comienzo, mi objetivo a corto plazo es hacer dos peleas más este año, para el año que viene poder participar de algún campeonato y seguir creciendo”.

LA MUJER EN EL BOXEO LOCAL

En nuestra ciudad son muy pocas las mujeres que boxean para pelear, la mayoría lo hace de manera recreativa. El ring sigue siendo mayormente un lugar de hombres.

“Una cuando empieza ve las diferencias, pero también sucede particularmente en la ciudad que los boxeadores profesionales no han dejado muy bien parada a la disciplina, entonces se piensan que las mujeres van a ser peores”, cuestionó Nahir. Aunque se mostró optimista para lo que viene: “hay que confiar, hay que darle una oportunidad a la mujer en el boxeo, no solamente a mí, que soy la primera debutante como profesional, sino a todas las que deseen hacer este recorrido. Acompañarlas, mirarlas, observarlas y darles las posibilidades que merecen”, apuntó.

Cunado Nahir nació recién se empezaban a dar las primeras peleas profesionales de mujeres en el país

Antes de esta nota no encontraba la relación entre boxear y escribir, dos oficios que tienen como herramienta principal las manos, los brazos, los puños. El escritor belga Maurice Maeterlink, en su libro La inteligencia de las flores, escribió un ensayo titulado El elogio del Boxeo en el que dice que “el puño es el arma de todos los días, el arma humana por excelencia, la única orgánicamente adaptada a la sensibilidad, a la resistencia, a la estructura tanto ofensiva como defensiva de nuestro cuerpo”.

Nahir seguirá dando batalla contra todo rival, con los puños como arma, superando las trabas y derribando los obstáculos para llegar a cumplir su mayor sueño, ser campeona mundial. Y desde La Mala seguiremos escribiendo historias que nos resulten significativas y dándole voz a todas aquellas personas que pelean por una sociedad más equitativa. También, con los puños como armas.