Obra terminada

CUENTO

Obra terminada

Un cuento corto de Isidro Alazard acompañado del arte de Vero Paroisse, en el lente de Joaquín García

Texto: Isidro Alazard

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Fotografía: Joaquín García

Siempre me dijiste que si practicaba podía ser como vos. Dibujar como los dioses, pintar como si fueras superior a ellos. Incluso cuando me dedico a la poesía tus palabras salen más dulces, más exquisitas. Dormimos en la misma habitación, hasta eso haces mejor. Cuando me pedís prestado algún vestido me dan ganas de quemarlo, porque siempre te queda más curvado, más candente. Y tu sonrisa me convence de que me tengo que tragar toda la envidia que siento.

Cuando despertás y me haces el desayuno me olvido de odiarte, hasta que te pones a pintar, diciendo que algún día vas a vivir de eso. Yo entre libros te deseo que no vendas nunca un puto cuadro. Tenés cinco años más que yo, pero mis ojeras indican que yo estoy más cansada de la vida. “Tenés que comer más carne”, decís. Si, tenés razón. Sí, tenés razón.

Pintabas una cascada, con una mujer bañándose en el lago en el que caían las aguas, pero desde un lugar tan lejano que sus labios eran un mínimo toquecito rojo en el lienzo. Era un día claro y parecía que vos lo estabas mirando desde nuestra ventana, cuando en realidad vivíamos en un departamento de dos por dos en el medio de la ciudad, con vistas al vecino del edificio que estaba a cuatro metros.

Una siempre se imagina en un lugar más lindo, me dijiste cuando te pregunté quién era esa chica mojada en el paisaje. Pero si vos nunca te bañaste ni en el río marrón de nuestra ciudad, patasucia, pensé, contestando sólo con una risita falsa. Me dijiste que aunque te había llevado mucho tiempo y creías que éste era tu mejor cuadro, me lo ibas a regalar a mí. ¡A mí!

No fue difícil atravesarte las costillas con un cuchillo. Mientras más puñaladas, más fácil se hacía. Manchaste tu cuadro. Mi cuadro. Los colores se hicieron más oscuros donde cayeron tus lágrimas de sangre. Al fin, la obra terminada.