LA COYUNTURA TRÁGICA Y EL ÉXITO DE CARO PARDÍACO

LA COMUNIDAD, EN CRISIS

LA COYUNTURA TRÁGICA Y EL ÉXITO DE CARO PARDÍACO

¿A qué se debe el éxito de Caro Pardíaco? ¿Qué nos dice de esta coyuntura? ¿Qué expresa Caro que tanto nos gusta? Son algunos de los disparadores a los que apelan Clarisa Calzoni Y Santiago Hernández para ofrecer un agudo análisis sobre nuestra actualidad.

Texto: Clarisa Calzoni

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Ilustración: Santiago Hernández

Marcas del tamaño de Ricky Sarkany hicieron crecer exponencialmente sus métricas en campañas publicitarias con Caro Pardíaco, Tiktoks virales y el programa más visto de uno de los canales de streaming más exitosos del momento son algunos de los fenómenos que generó Caro Pardíaco, el personaje construido por Julián Kartun.

Los ídolos, las modas y las figuras del momento nos dicen mucho de cada tiempo. Entonces, ¿qué dice Caro Pardíaco de este momento? ¿O acaso no decía mucho Bombita Rodríguez de otro momento de la Argentina?

Caro Pardíaco es “influencer, fitfluencer, community manager, creadora de contenidos o contentcreator; hija de un famoso empresario que tiene un montón de empresas con un montón de empleados, ahora menos; ponele que antes eran cuarenta empresas y ahora son menos”.

Es la ironización de una clase alta que carece de cultura, educación y conocimiento, que vive en su burbuja y el contacto con otros le produce una disonancia abismal, como cuando no entiende que el 1° de mayo es feriado para los trabajadores. “O sea, ¿qué onda?”.

El momento de la viralización de Caro, un personaje que existe hace 12 años, graciosamente indolente, tiene que ver con lo que sucede con una clase dirigente que actualmente gobierna de una manera trágicamente indolente. Hay un grupo de millonarios o admiradores de millonarios que llegaron al poder sin conocer el mundo, muchos de ellos sin experiencias previas que les hayan permitido conocer el mundo de la política como herramienta para la resolución de conflictos, recorrer el país y, sobre todo, sin ningún tipo de experiencia inter-clase que les haya permitido la construcción de una mirada integral de nuestra nación por fuera de algunas teorías superfluas.

“Los influencers podemos cambiar el mundo a través de twitter”, “mi papá tiene un montón de empresas con un montón de empleados”, “Los chinos son todos iguales”, “un homosexual tiene siete veces más propensión a la droga”, “yo postee un meme y tuvo un millón de likes”. Son algunas de estas frases son del personaje de Julián Kartun y otras de miembros del gabinete presidencial o dirigentes de La Libertad Avanza (LLA).

Domingo Faustino Sarmiento, durante la presidencia de Julio Argentino Roca, político reivindicado por libertarios, impulsó la Ley 1420 de Educación, que establecía la educación primaria, obligatoria, laica y gratuita, y elaboró el “Informe sobre el estado de la educación común en la República Argentina”. En este estudio, se descubrió que los patrones de estancia, dueños de la tierra y empleadores carecían de cultura y educación, por lo que se resistían a los cambios en la esfera educativa y no eran capaces de observar que garantizar una base de educación y alimentación a los trabajadores generaría una mayor productividad de sus estancias, así como la cohesión social al interior de sus tierras. Sarmiento determinó que la influencia en la comunidad de los patrones era una herramienta fundamental para el desarrollo educativo en sus regiones y para el desarrollo productivo del país.

“La fragmentación de la información y la creación de nichos específicos de audiencias minan la idea de una opinión pública unificada. Sin un espacio común de deliberación, la democracia representativa se debilita”

Esa generación reivindicada por libertarios tenía una vocación de clase dirigente, de querer gobernar al conjunto de la sociedad argentina. Tenía un proyecto de nación que asignaba roles de manera autoritaria a cada clase, pero había un rol. Para la actual dirigencia que conduce los destinos de la nación hay argentinos excedentes, una cantidad de argentinos sobra. Lo trágico de un gobierno que muchas veces se confunde con un personaje de comedia como Caro Pardiaco y las incoherencias y ausencia de un simple sentido común son la norma.

Los influenciadores (“influencers”) y su ascenso en la pandemia y pospandemia trajeron consigo un cambio de paradigma. Movilizan emociones, marcan agenda y mueven información dentro de la sociedad seteando una parte de la opinión pública, creándola e influyéndola. Se han convertido en fuentes de autoridad alternativa, que rivalizan muchas veces en credibilidad y en alcance con las fuentes tradicionales de información a las que estamos acostumbrados, como podían ser los políticos, los periodistas o algunos expertos. De la misma manera políticos con mucha capacidad de influenciar han tenido un ascenso sólido que en el caso de Milei se tradujo en una buena performance electoral. La fragmentación de la información y la creación de nichos específicos de audiencias minan la idea de una opinión pública unificada. Sin un espacio común de deliberación, la democracia representativa se debilita.

Caro es un chabón con peluca. Desde el teatro griego, pasando por la Commediadell’arte y el teatro isabelino el recurso de un hombre con peluca llama la atención por su incongruencia y exageración. Caro Pardiaco es “una dame”, la pantomima de una influenciadora de una clase social alta sin contacto con la realidad. El “otro” que existe en Caro Pardiaco está totalmente adjetivado o es exótico: “comer es de pobre”. Caro Pardíaco nos hace reír sobre nuestra propia crisis y relación con el espacio común de deliberación, nos hace reír sobre este tiempo exagerado en el que las discusiones públicas se resuelven en “quien doma a quien”.

Una diputada nacional puede decir que hay que hacer “una ley para que los hombres puedan renunciar a la paternidad” se aproximan a las declaraciones de Caro: “bañarse es de puto”.

La ridiculez y la estupidez se mezclan, la comedia convive con la tragedia. Nuestro cerebro reconoce que existe algo en la realidad que expresa este personaje, y nos genera tanta gracia como indignación nos genera la realidad. Quizás el éxito de Caro Pardíaco está dado en que sin quererlo (o queriendo, eso no importa) el personaje de Julián Kartun funciona como sátira del tiempo que vivimos como sociedad.

En otro registro navega lo trágico, lo que esa sátira ridiculiza.  En pos de ganar tiempo y captar la atención, tenemos un gobierno que favorece la superficialidad y la polarización, con declaraciones impactantes y divisivas logran atraer más atención que el análisis racional y matizado. Se rechaza la exposición a opiniones divergentes y reducen las oportunidades para el diálogo y la comprensión mutua. La degradación de la creatividad política de las derechas alternativas actuales, su renuncia radical a lo común, engendra en potencia el deseo de que florezca la autenticidad en los términos de Heidegger, de “ser con”, que implica que nuestra existencia es siempre en relación con otros. Una comunidad auténtica, desde esta perspectiva, sería una que reconoce y valora la interdependencia de sus miembros, fomentando relaciones genuinas y significativas.

Hoy vemos en muchos programas de plataformas digitales muy exitosos que buscan ir al encuentro del diferente, la autenticidad comunitaria se alcanza a través del diálogo abierto, en el que los miembros de la comunidad pueden expresar y discutir sus opiniones y preocupaciones de manera libre y respetuosa.

Aunque deseablemente evitable, quizás de esta tragedia podamos contestar a la pregunta de ¿Cómo vivir juntos como comunidad nacional? Incluso el personaje de Julián Kartun siempre está haciendo un esfuerzo por entender al diferente, probando el mate cocido con torta frita y tomándose un fernet con Nicki Nicole.