FALTA FUTURO, SOBRAN APUESTAS ONLINE 

DE LOS JUEGUITOS A LOS CASINOS, AVANZA LA JUVENTUD LUDÓPATA

FALTA FUTURO, SOBRAN APUESTAS ONLINE 

El sonido de una moneda que luego de girar en el aire toca el piso. Totalmente reconocible. Un “clic”, algo ingresando a un celular que te cruzas en la esquina del barrio, en la universidad, en el trabajo, en la plaza, en un baño. Está por todas partes.

Texto: Zul Bouchet

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Ilustración IA: Joaquín García

En las redes llueven los influencers que comparten códigos con premios para quienes ingresen por primera vez, beneficios para aquellos que ya sean clientes y recomendaciones para quitar dudas a quienes vacilan. El mundo del stream cobra cifras elevadas por nombrarlos un par de minutos. Los canales más populares hacen eco de sitios, pasan links, y brindan explicaciones rápidas sobre su uso. Los equipos más populares del fútbol argentino, ingresan a las canchas con camisetas auspiciadas por bancas digitales financieras o casas de apuestas. Cientos y miles de personas han visualizado la palabra Betsson, Codere, Brubank, entre otras. Mientras escuchaban invitaciones atractivas de triunfos y números que aumentan. Seguro que alguno te suena.

Cabe destacar el poder que le dio al celular la sociedad hiperconectada en la que vivimos. Habilitando la disponibilidad permanente de los sujetos, frente a una competencia mercantil que cambia su territorio de disputa. Incluso, en ciertos espacios, le resulta una ventaja para la venta de sus servicios y productos. Impulsadas sus filas por figuras que muy pocas veces se detienen a analizar los riesgos de aquello que ofrecen de manera banal frente a una búsqueda desesperada de dopamina por parte de los viewers.

El mundo digital y las redes sociales trajeron un abanico interesante de oportunidades, mientras escondían tras la alfombra un auge de adicciones. En la historia, los juegos de azar y las apuestas se limitaban a los adultos. Sin embargo, con la expansión de la tecnología, se amplió el alcance. Actualmente, niños y adolescentes se chocan exageradamente con ofertas e incentivos para conocer ese mundo antes negado. Pasado y presente tienen similitudes: generan dependencia y abstinencia. Sobre todo, porque los usuarios pueden consumir las 24 horas del día, sin ningún tipo de esfuerzo. Alcanza con tener un celular en la mano y un par de pesos online.

Parece inofensivo jugar un rato con las maquinitas que simulan un casino, pero el juego puede volverse una adicción demasiado rápido.

La ludopatía es el impulso, incontrolable, de apostar sin importar las consecuencias. Esto puede arrastrar problemas financieros, sociales y emocionales. Repercutiendo en el trabajo, amigos, familia y amor. Se pierde el autocontrol, generando daños en la salud física y psíquica, propia y de quienes nos rodean. Ya se ha presenciado, este último tiempo, relatos de disputas familiares, con pérdidas que van desde mínimos ahorros a todo el capital material que se posee. Incluso, pérdidas de pertenencias ajenas. Divertirse apostando es problemático si sucede de forma recurrente.

“La ludopatía es el impulso, incontrolable, de apostar sin importar las consecuencias. Esto puede arrastrar problemas financieros, sociales y emocionales. Repercutiendo en el trabajo, amigos, familia y amor«

Sin distinción de clase social, este último periodo la ludopatía hizo foco mayormente en varones de entre 15 a 35 años. Modificando el perfil de los jugadores que previamente se asociaban a edades entre los 35 y los 40 años. Esto no significa que las mujeres no lo padezcan, pero están involucradas en niveles mucho menores. Claro está, que no se cuenta con cifras exactas, debido a la cantidad de sitios ilegales y a la falta de control estatal. Si bien muchos solicitan mayoría de edad, no hacen un chequeo de los datos que se ingresan a las plataformas, pudiendo los jóvenes utilizar perfiles falsos o identidades de otros.

Si bien hay provincias que legislaron sobre la temática, Argentina no tiene leyes a nivel nacional que pongan límites para los juegos en línea. Se puede acceder a los casinos libremente, ingresando a páginas o descargando aplicaciones gratuitas, sin ningún filtro efectivo. Por estos días, alcanza con abrir WhatsApp para obtener información o cargar fichas.  

Las consecuencias detectadas afectan mucho más que al ámbito financiero. Se deterioran los vínculos, hay sedentarismo, alteraciones de sueño, aislamiento, mentiras y consumo compulsivo. La ansiedad de apostar despliega raíces hasta la irritabilidad.

Punto aparte. Si el tema no es nuevo, ¿por qué adquirió ahora tanta relevancia?

El contexto empuja a la necesidad de buscar respuestas, como sea, donde sea. La crisis económica en aumento y la falta de oportunidades, son sin duda una ventana abierta para el crecimiento del mundo de las apuestas online. La juventud enfrenta un período de desasosiego. El sueño de la casa propia se evapora, la garantía de estudiar y profesionalizarse corre peligro, el trabajo digno parece estar cada vez más lejos. El futuro se desarma ante un presente que solo ofrece precarización.  

¿Cómo no va a generar una imagen positiva un sitio que te ofrece duplicar tus ingresos en una situación que te tiene haciendo malabares?

El ambiente propicia los vicios. Más allá de la distracción que pueden proporcionar un par de juegos, el eje está cada vez más focalizado en ganar. Se apuesta para obtener dinero, pasarla bien va siendo relegado a un segundo plano. Y eso está directamente conectado con el contexto, sería necio negarlo.

“El contexto empuja a la necesidad de buscar respuestas, como sea, donde sea. La crisis económica en aumento y la falta de oportunidades, son sin duda una ventana abierta para el crecimiento del mundo de las apuestas online”

¿Qué tienen los jóvenes para perder? Si se les recortan todos los días las posibilidades. Si todo aquello a lo que se suponía debían aspirar, se pierde como las piedras que arrastra la marea. La ludopatía vestida de garantía para el progreso genera un problema urgente a atender. Sobre todo, si creemos que el futuro del país está en las manos de los más jóvenes.

Y si, deberían surgir regulaciones desde el ámbito legislativo. Pero también deben surgir cuestionamientos sociales que impulsen la necesidad de analizar el tema con más detenimiento. No se trata de frenar, ni eliminar las apuestas, sino de tener herramientas para identificar adicciones antes de que sean irreversibles.

Preocuparse por producir o por aumentar las cifras que refleja el home banking no debería ser el objetivo principal de la vida. Mucho menos, de quienes aún atraviesan una edad temprana. Eso cambia cuando se tiene oportunidades, cuando el empleo no falta y las ofertas educativas o profesionales son más abundantes que las app de apuestas que nos brinda internet.

Si la juventud es el futuro, debería tener más recursos para comprender lo que puede llegar a perder por un ratito de placer. 


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