DE PRESOS, TRABAJO Y EDUCACIÓN

COOPERATIVAS PARA LA LIBERTAD Y LA INTEGRACIÓN SOCIAL

¿Cuántas personas presas hay en Entre Ríos? ¿cuántas trabajan? ¿cuántas estudian? ¿está preparado el Servicio Penitenciario para la “resociabilización”? Claudia Liliana Perlo es licenciada en Ciencias de la Educación e investigadora del Conicet. Hablamos con ella. “No hay nada más inseguro que personas en la cárcel sin trabajo y sin educación”, dijo.

Texto: Isidro Alazard | Fotografía: Luciano Peralta
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“Sueño que se sueña solo, es solo un sueño.

Sueño que se sueña juntos, es realidad»

John Lennon


NÚMEROS Y CONTEXTUALIZACIÓN

Según el Sistema Nacional de Estadística sobre Ejecución de la Pena (Sneep 2023), al 31 de diciembre de 2023, en Argentina existían 111.967 personas privadas de la libertad en establecimientos penitenciarios (lo que implica una tasa de 240 cada 100.000 habitantes).

En comparación, por ejemplo, con Estados Unidos, nos encontramos lejanos a su elevada tasa (531), pero también podemos nombrar la tasa de Japón (33). Obviamente, esto se debe a múltiples factores, que van desde lo social hasta lo punitivo. Si nos fijamos en nuestra región, las tasas de Uruguay (424), Brasil (390) y Chile (296) también superan a la de nuestro país.

De acuerdo al informe, desde los 90 existe una tendencia creciente en la población penitenciaria argentina, exceptuando algunos breves momentos de leves bajas, como los años 2006, 2007 y el 2020. También hubo grandes saltos: en períodos como 2016-2019 y 2021-2023. En el año 2023 se alcanzó el número más alto de población carcelaria desde que hay registros oficiales.


Fotografía tomada días antes del traslado final de los internos de la UP N°2 de Gualeguaychú a la UP N°9


Jóvenes varones argentinos y con bajo nivel de escolarización: ese es el perfil de la población penitenciaria. El 96% de las personas privadas de la libertad son varones, 54% del total tenía menos de 35 años al ingresar al establecimiento y el 60% tenía estudios primarios o inferiores.

COOPERATIVISMO EN CONTEXTO DE ENCIERRO

En Entre Ríos la población carcelaria total hasta el 2023 era de 2.659 personas. Este número representa un poco más del 2% de la cantidad de presos de todo el país, sin embargo, se podrían llenar más de cuatro salas de teatro, si tomáramos el Teatro Gualeguaychú como ejemplo.

Pero, el problema real no es sólo el motivo por el que se está en prisión: ¿qué sucede cuando salen? ¿por qué en muchos casos reinciden en el delito?

A través de la Ley 11.173, que contempla el programa “Cooperativismo en Contexto de Encierro”, impulsada, entre otros, por el entonces diputado y actual ministro de Gobierno y Trabajo de Entre Ríos, Manuel Troncoso, se busca fomentar espacios de aprendizaje y trabajo en las cárceles, capacitando a las personas privadas de la libertad en diferentes oficios para llegar, una vez cumplida su condena, a tener un mejor pasar económico. A su vez, junto a sus familiares y organizaciones sociales, se habilita la formación de cooperativas laborales, con la posibilidad de seguir siendo asociados, incluso después de recuperar la libertad.

En esta línea, La Mala se puso en contacto con Claudia Liliana Perlo, investigadora del Instituto Rosario de Investigaciones en Ciencias de la Educación (Irice), el Conicet y la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y coordinadora del Grupo de Investigación Aprendizaje y Desarrollo Organizacional, entre otros proyectos.

– Claudia, ¿cómo surge la Ley de Cooperativas de encierro?

– Lo interesante de esta ley es su gestación desde el territorio, por Manuel Trocoso, que al momento de pensarla y redactarla era diputado provincial. Él veía, fundamentalmente en el sindicato de la construcción donde trabajaba, que permanentemente llegaban pidiendo trabajo personas que ya habían pasado por procesos de privación de la libertad, y que después volvían a entrar y volvían a pedir trabajo. Me pareció muy genuino que pensase en una solución realmente de fondo al problema de la persona que sale en libertad sin trabajo. Al trabajar en este proyecto de ley, se entera que yo estoy trabajando en la conformación de una cooperativa, aún sin ningún marco legal, en la Unidad Penal N°5 de Victoria, la cooperativa Manos Unidas. Surgió en la pandemia, lo que nos trajo muchas posibilidades, porque el encierro, más la virtualidad, nos permitió la conexión con grupos que antes eran impensados, por ejemplo, las personas presas. Es así como pude instalar en esa unidad penal un aula virtual, y eso nos permitió llegar a otras unidades penales, entre ellas a la UP N°15 de Batán, donde estaban conformando la cooperativa Liberté, que fue una fuente de inspiración.

“En la provincia de Entre Ríos, el 67% de las personas no reciben educación, el 86% no reciben capacitación laboral y el 81% de las personas no trabajan”

– ¿Cuál es la situación adentro de las cárceles?

-En la provincia de Entre Ríos, el 67% de las personas no reciben educación, el 86% no reciben capacitación laboral y el 81% de las personas no trabajan. Por eso, en nuestro esfuerzo, como le digo a los muchachos, hay que encontrar la puerta de salida, pero no se trata de una fuga física, se trata de una fuga hacia la libertad más auténtica, porque la libertad no te la da el juez, el juez sólo firma el final de una condena. La libertad es una experiencia comunitaria, de compromiso y responsabilidad de vivir en comunidad. Hoy en día, una persona cuando sale de libertad, con esas cifras, está muy lejos de ser una persona libre. Una persona que no tiene educación, que no tiene trabajo, ¿qué expectativas va a tener de que alguien lo vaya a emplear? En este sentido, la Ley de Cooperativas es muy adecuada: dice que serán cooperativistas aquellas personas privadas de libertad que se formen y trabajen como cooperativistas dentro de la cárcel, pero también tienen su condición de cooperativistas al salir. Es más, en Victoria quienes están dentro de la cárcel, quienes salieron e incluso la sociedad civil puede trabajar en la cooperativa: la esposa, la pareja, la madre, el vecino de la persona presa. Está pensado para una composición mixta entre la persona privada de libertad y la sociedad civil, lo que es una maravilla a nivel de integración social.

– Dijiste integración, ¿por qué no reinserción?

– La reinserción social se queda corta. Primero, estamos hablando de reinsertar una persona en las condiciones que describimos a una sociedad que no está mucho mejor en ese sentido. Entonces, ¿dónde la estoy reinsertando? ¿Al paraíso? ¿O a un lugar que no encuentra trabajo ni la persona que no cometió un delito? Además, estas personas ya están estigmatizadas. Sabemos también, por estadísticas, que las personas presas en nuestro país son varones, entre 35 y 45 años de edad, con escolaridad primaria incompleta, algunos con escolaridad secundaria incompleta, que tenían una changa o no tenían trabajo al momento de caer presos, solteros y de condiciones socioeconómicas vulnerables. Diciendo esto no queremos romantizar al preso, victimizarlo y desdibujar el delito: la persona que cometió un delito no cumplió la ley y está donde tiene que estar, pero aquí estamos poniendo en cuestión cómo están hoy dentro de la cárcel y cuál es la puerta de salida.


Un interno, tomado de los barrotes que lo separan del patio de la UP N°2 de Gualeguaychú


– ¿Por qué planteás que el cooperativismo es esa puerta de salida?

– Porque no es cualquier tipo de trabajo. Estamos en una sociedad totalmente competitiva, pero acá hay que aprender otras claves del trabajo, que tienen que ver con la solidaridad, con el respeto, con la empatía y el trabajo en equipo. Me encanta una frase de un biólogo, Francisco Varela, que dice “es inteligente aquel que sabe vivir en un mundo compartido”. Las personas presas no supieron vivir en un mundo compartido, por lo cual el cooperativismo como herramienta para el desarrollo del trabajo dentro de las prisiones es importantísimo. No es que solamente se trabaja en carpintería, herrería, servicios generales, sino que tienen que aprender a trabajar juntos, a cooperar entre ellos, con la sociedad y con las víctimas. En esa línea, la cooperativa Liberté tiene el Fondo de Asistencia a Víctimas: un porcentaje de lo generado lo dedican a reparar a víctimas. Como realmente tiene que ser: el que las hace, las repara, ¿no?

“Yo trabajo para la seguridad pública y creo que no hay nada más inseguro que personas en la cárcel sin trabajo y sin educación”

– Es importante eso, porque los presos pudieron haber dañado a varias personas…

– Claramente, pero acá no vamos por el castigo, porque el castigo no es suficiente. El duelo focalizado en la venganza no resuelve el duelo. Un duelo que está focalizado en la reconciliación social es un duelo de una herida que comienza a suturar. Ojo, yo no voy a trabajar para los presos. No: yo trabajo para la seguridad pública y creo que no hay nada más inseguro que personas en la cárcel sin trabajo y sin educación.

– ¿Y cómo se logra mayor seguridad?

– Seguridad viene de la palabra securitas, y securitas quiere decir sin cuidado. Las sociedades humanas que están tan preocupadas en los problemas de seguridad hace tiempo que perdieron los instintos, que son primigenios de conservación de la vida y de cuidado. Porque las hormigas no están preocupadas por la seguridad. Nosotros hemos perdido ese instinto de conservación de la vida: pueblos llenos de veneno, holocaustos, guerras. Hoy tenemos 51 conflictos armados sobre el planeta. Hay un artículo nuestro publicado en la revista Bajo Palabra de Madrid que es un replanteo de la seguridad pública: que vaya desde esta perspectiva punitiva, represiva, patriarcal, hacia una concepción basada en la ética del cuidado. De todas maneras, frente a estas organizaciones tan piramidales como es el servicio penitenciario, en una cadena de mando tan cerrada, un agente se va a limitar a proceder como su cadena de mando se lo ordene. En este sentido, las organizaciones penitenciarias no están listas, hay que trabajar mucho para poder alojar y albergar una cooperativa. Son mundos diferentes, uno es el mundo de la seguridad y otro es el mundo de la educación.

-Y dentro de la cárcel, ¿a todos se les da la posibilidad de estudiar?

– Generalmente, quien quiere hacer el nivel primario o el nivel secundario se puede inscribir (muchos lo hacen porque eso les hace hacer conducta para ellos). Ahora, una cosa es la matrícula anotada y otra cosa es que el estudiante pueda llegar. Tienen que dejarlo salir del pabellón. Si hay requisa o revuelo ese día no sale. Por otro lado, como hay normas de seguridad que evitan que se junten personas de un pabellón con otro pabellón, una persona presa recibe el 25% del servicio educativo que recibe una persona en libertad. ¿Por qué? Hoy es jueves y tienen geografía. Van a tener geografía en el pabellón 1. El jueves que viene van a tener geografía en el pabellón 2. El otro jueves van a tenerlo en el pabellón 3 y el otro en el pabellón 4. Por lo tanto, ¿cuántas veces van a tener geografía? Una. Si faltaste el jueves que tenías geografía, van a tener geografía mes por medio. El servicio educativo dentro de muchas cárceles (no todas) funciona así.

“Las organizaciones penitenciarias no están listas, hay que trabajar mucho para poder alojar y albergar una cooperativa. Son mundos diferentes, uno es el mundo de la seguridad y otro es el mundo de la educación”

– ¿Se cumplen todos los derechos dentro de las cárceles?

– Muy pocos. A la persona privada de libertad hay que prepararla para que vuelva a la sociedad, tienen que brindarse todas las condiciones que tienen las personas libres, pero dentro de la cárcel. ¿Cómo enseño a una persona privada de libertad que la tengo presa en el pabellón la mayor cantidad de horas del día, a ser un ciudadano en democracia? Tomando un ejemplo, la comunicación. Las personas en algunas cárceles están incomunicadas. No solamente porque no tienen celulares, sino porque hay cárceles que tampoco tienen teléfono fijo en el pabellón. Decenas de personas dependen de ir a una oficina del Servicio Penitenciario durante la mañana para poder hablar con el hijo, con la madre, con la esposa, cuando además el hijo está en la escuela o el familiar trabajando y no te puede atender. La Ley de Ejecución de la Pena dice que uno de los elementos más importantes es la vinculación familiar. Este es un tema muy importante que hay que reconsiderar.