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CONVIVIR CON LA NATURALEZA

HABITANDO EL MONTE

CONVIVIR CON LA NATURALEZA

“Habitando el Monte” es un proyecto ubicado en Pueblo General Belgrano que busca generar proyectos habitacionales en los que las personas desarrollen sus vidas sin afectar la naturaleza que les rodea. Hablamos con Valeria Negro, educadora ambiental que impulsa la etapa fundacional de este barrio.

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Hoy en día es muy difícil pensar en despertar, abrir nuestra ventana y ver un paisaje lleno de árboles. Salir de nuestra casa y no ver ningún edificio cercano ni escuchar ruidos de autos. Vivir en la ciudad es cómodo en muchos aspectos pero, ¿es lo mejor? ¿Es posible vivir de otra manera?

“Habitando el Monte” es un proyecto que busca crear una sinergia entre las personas con sus casas y el monte con su biodiversidad. Son varias hectáreas divididas en parcelas habitables, pero que, por decisión de quienes fomentan la formación del vecindario, al adquirirlas se deben asumir ciertos compromisos con la naturaleza: evitar el desmonte y no instalar plantas exóticas invasoras; optar por diseños y materiales de construcción amigables con el ambiente; implementar un manejo responsable de los residuos y del manejo del fuego, e instalar los cables de forma subterránea para preservar la continuidad del paisaje.

Son varios de los acuerdos de convivencia que existen en este barrio ubicado en Pueblo General Belgrano.

Para empaparnos en el tema, desde La Mala nos contactamos con Valeria Negro, que es educadora ambiental e impulsa esta etapa fundacional del proyecto.

-¿Cómo surgió la idea?

-Hace unos 12 años en las afueras de Pueblo Belgrano hubo un grupo de personas que compraron cuatro hectáreas y media de tierra. Los terrenos estaban “sucios”, como le llaman, que son terrenos no han sido desmontados y suelen ser más económicos. Desde una mirada de convivencia con la naturaleza sería todo lo contrario: ni están sucios ni deberían ser más baratos, porque son muy valiosos por toda la diversidad biológica que albergan, toda la fauna y la flora que vive ahí. Los compradores de los terrenos acordaron no desmontar completamente para hacer las casas, sino desmontar sólo lo necesario para habitar las zonas. Se trataba de convivir con el monte, y hace 12 años que viven así: la gente lo llama Ecobarrio o Barrio Ecológico.

-¿Y las “franjas” cómo surgen?

-Hace unos años, sobre la misma calle pública del barrio había diez hectáreas de propiedad de alguien que las destinaba a ganadería. En algún momento se aró toda esa tierra para hacer pasturas, salvo en el centro, que hay una cañada y crecen allí arboles añosos. En algún momento, esas zonas se dejaron de explotar y el monte se fue regenerando de a poco, intervenido sólo por la presencia de, por ejemplo, los caballos. Cuando el dueño de estos terrenos fallece, sus cuatro hijos toman la decisión de fraccionar el campo en cuatro franjas y venderlo. Es entonces cuando les ofrecen comprar la “franja uno”, que es la primera franja de las diez hectáreas, pegada al Barrio Ecológico. Quienes compraron, lo hicieron con el compromiso de no desmontar más que lo necesario para habitar.

-¿Y el resto?

-Después, salió a la venta la “franja dos”: la compró una persona con la intención de hacer un emprendimiento inmobiliario. Entonces nos surgió la preocupación, porque si compraban personas con otras lógicas, por ahí se desmontaba toda la zona. Esto suele pasar cuando se hacen barrios: primero desmontan, luego lotean y después se vuelve a forestar, pero ya se perdió todo el ecosistema natural. Sin embargo, nos contactamos con la persona que había comprado, presentándonos como vecinos y contándole nuestra idea. Y él nos dijo: “me tengo que sumar a lo que ustedes están proponiendo, porque es hermoso”. Así que aceptó y está haciendo un desarrollo inmobiliario con la lógica de cuidar el monte. Para el mismo tiempo, una de las chicas del Barrio Ecológico convocó a un grupo de 16 familias, que se organizaron para comprar la “franja tres”.

-¿Cómo es el proceso de adaptarse a la naturaleza?

-El proceso arranca armando una serie de acuerdos internos de cómo convivir con el monte y entre nosotros, de manera que sea armoniosa, pero a la vez que nos de libertad al proyecto de cada quien ahí adentro. Para la “franja cuatro”, que fue la última en sumarse al proyecto, aprovechamos toda la experiencia de organización y armado de las otras tres franjas y del Barrio Ecológico. Ahora, estamos presentando una propuesta para generar un proyecto autogestivo, en el que las personas y las familias que tengan ganas de esta experiencia podamos compartir la gestión de un barrio silvestre, con muchas áreas comunes para disfrutar y para albergar proyectos compartidos, pero siempre teniendo en cuenta que la compra se realiza sobre la base de ciertos acuerdos respecto a cómo habitar el espacio. Por ejemplo, cuidando el cielo nocturno para que podamos seguir viendo estrellas y no afectemos a las aves.

““Buscamos dar inicio a un proyecto de vida, en el que lo comunitario genere sinergia con lo individual y sea algo que mejore la vida de todos en un entorno silvestre””

-¿Ya se está implementando el proyecto?

-En parte sí, porque ya hemos firmado un boleto de compraventa cuatro familias. Estamos buscando a más familias que quieran sumarse a completar esa compra y afrontar juntos los gastos que implica hacer las calles, traer el agua de red (que está ahí en la puerta) y hacer la obra para que llegue la energía eléctrica. Con esto buscamos dar inicio a un proyecto de vida, en el que lo comunitario genere sinergia con lo individual y sea algo que mejore la vida de todos en un entorno silvestre, rompiendo con ese paradigma en el que, o tenemos reservas o tenemos urbes donde no hay casi nada vivo. La idea es poder complementar esa convivencia con ciclos naturales en funcionamiento.

-¿Puede ser este un proyecto ejemplar?

-Creo que este proyecto se enmarca en un grupo de muchos proyectos ejemplares que vienen sucediendo en el país y en el mundo desde hace unos cuantos años, pero especialmente floreciendo en el último tiempo. Son proyectos que buscan convivir con la naturaleza sin erradicarla de plano antes de llegar a habitar y generar cierta reconstrucción de lazos sociales con los vecinos con los que uno comparte la vida. El proyecto va a reunir a personas que no se conocen entre sí, pero que tienen la posibilidad de convivir con el monte: de ser responsables de que los jardines sigan siendo albergues para plantas y animales que ya viven ahí.

También pienso que es un proyecto para mirar cómo se desenvuelve y aprender para que haya cada vez más emprendimientos de este tipo. En este caso, previo a “las franjas”, una de las experiencias iniciales fue el Barrio Ecológico. Es interesante que podamos generar más y mejores conocimientos para que pueda haber otros espacios así, donde no tengamos que destruir los ecosistemas para vivir y donde en esa convivencia también recuperemos algo de nuestro ser humano, tanto por estar compartiendo con la naturaleza (que tanto bien nos hace) como por estar compartiendo con vecinos en confianza.

Contacto Valeria Negro (consultas): +54 9 11 54902698


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