La lluvia ennegrece la ciudad,
musicaliza Buenos Aires al caer.
Seduce la génesis de todo lo que creo,
que es mi oscuridad.
Gime palabras la luna que tengo por corazón
y me unto de su veneno escorpio.
Mi néctar.
La sombría conjunción del misterio y el deseo
me estimula.
No como la caricia del sol.
Sino como la sangre
a un animal de mirada hambrienta,
entregado a sus instintos.
Cuando me dejo poseer por el fulgor oscuro
que me brota de las entrañas:
Poderosa.
Lujuriosa.
Voraz.