EN BÚSQUEDA DE LA ARMONÍA ENTRE PRODUCCIÓN Y CONSERVACIÓN

RESERVA EL POTRERO

EN BÚSQUEDA DE LA ARMONÍA ENTRE PRODUCCIÓN Y CONSERVACIÓN

Con 18.112 hectáreas, El Potrero es la reserva privada más grande de toda la provincia de Entre Ríos. Está a media hora de Gualeguaychú y es un ejemplo concreto que la producción agrícola y forestal pueden convivir con la conservación y el cuidado de un ecosistema tan rico y maravilloso como desconocido.

Texto: Luciano Peralta

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Fotografía: Reserva El Potrero

La mayoría de quienes vivimos en Gualeguaychú hemos escuchado hablar, al menos alguna vez, de la Estancia El Potrero. La mayoría, también, no tiene idea de qué se trata eso que se llama estancia, pero que poco tiene que ver con el imaginario histórico-tradicional de aquellas viejas casonas, campo adentro, con perros, caballos. Aunque algo de eso queda.

El miércoles pasado, después de recorrer 30 kilómetros por la Ruta Internacional 136, el equipo de La Mala hizo pie en la mítica Estancia El Potrero. Allí nos recibió, con una amabilidad que reconforta, el ingeniero Ariel Amoroso, coordinador de la reserva. Si bien es ingeniero, siempre quiso ser biólogo, dice. Y, por lo que sabe, parece uno de ellos.

¿Por qué tiene un peso tan grande El Potrero en nuestra historia? La pregunta hizo de disparador y nos remontó miles de años atrás. Donde hoy es El Potrero existen tres sitios arqueológicos, con distintos períodos y civilizaciones que ocuparon esos lugares: el más antiguo no está estudiado, se ubica en cercanías de la cabecera del Puente Internacional General San Martín y se estima que tienen entre 4 mil y 6 mil años; el segundo, más hacia el norte, está en el llamado Cerrito Indio Chaná, y fue ocupado hace 1600 años aproximadamente; y el tercero se ubica donde funciona en la actualidad el Centro de Visitantes. “Ese es guaraní, es mucho más reciente, los guaraníes llegaron doscientos años antes que los españoles. Se sabe porque hay pedazos de cerámica rota en el lugar”, contó el coordinador de la reserva.

“Si nos venimos más acá en el tiempo, esto fue una estancia jesuítica, alrededor del 1600 en adelante. Y, después, con el nombre El Potrero nació en el siglo XVIII, cuando llega un enviado del Virreinato, de apellido Zúñiga. En ese momento eran 170 mil hectáreas, una estancia gigantesca. A partir de ahí empieza la historia de la Estancia El Potrero, por eso es tan mítica. También fue de Urquiza, que no es menor. Y, hasta el 2008, estuvo en manos de unos duques franceses, de apellido Alzaga Unzué, hasta que fue comprada por una familia argentina”, repasó nuestro entrevistado.

PRODUCIR Y CONSERVAR

Río | Autor: Ramón Moller Jensen

Esta nota, que es apenas un brevísimo recorte de una historia mucho más grande y rica, hace eje en la función de la reserva. Quienes deseen conocer más sobre la faceta productiva de El Potrero pueden ingresar a https://reservaelpotrero.com.ar/, donde la información está prolijamente proporcionada.

Volvamos a la charla con Amoroso: “Cuando se compra esta estancia se lo hizo con una visión productiva, pero al conocer la riqueza natural del lugar se resolvió conservar mil hectáreas como reserva. Esas mil hectáreas se fueron agrandando cada vez más, se fue cambiando la visión, hasta que hoy son más de 18 mil hectáreas conservadas. Más del 60% de superficie es reserva, el resto es producción (agricultura -trigo, soja, maíz y carinata-, forestación y apicultura). Pero esto fue todo un proceso y siempre se está tratando de mejorar. Incluso en el área productiva se trata de generar el menor impacto posible, también ese es un proceso que lleva tiempo”.

El cambio de paradigma fue notorio, desde el tipo de producción realizada y desde lo simbólico, ya que antes del 2008 y por largos años la estancia fue destinada a la producción ganadera y al funcionamiento de un coto de caza. “Eso nos sigue trayendo problemas, porque tradicionalmente se ha visto a El Potrero como un lugar de cacería, por lo que tenemos muchos problemas de furtivismo. Aunque, cada vez más, se está instalando la idea de que esto es una reserva y no un coto de caza”.

Generalmente, lo que se caza es el ciervo Axis (originario de la india), una especie que generan problemas importantes, tanto en el impacto ecológico como en la producción. “El problema es que no solamente cazan el ciervo, cazan cualquier animal que se les cruza por delante. Hay distintos perfiles de cazadores: el cazador de subsistencia, que vive en las islas, no es un problema; el problema es el cazador al que le gusta hacer daño. Y también es un problema de seguridad para todos nosotros”, marcó el coordinador del lugar.

HUMEDALES Y BOSQUES

“En las 18.112 hectáreas que se destinaron para reserva hay distintos ambientes, el predominante es el humedal: son aproximadamente 10 mil hectáreas de humedales. Se podría pensar que son tierras no productivas, sin embargo, en un pasado gran parte de los humedales fueron arroceras y, por otra parte, cuando se compró esta estancia los dueños actuales no tenían la visión que tienen ahora y tenían el objetivo de secar los humedales para ganar tierras productivas, para producir álamos o sauces, como se hace en Paranacito y en esa zona”.

“De hecho, empezaron a movilizar tierra, pero al tiempo fueron cambiando su visión y volvieron todo para atrás. Ahí decidieron dejar esas 10 mil hectáreas como reserva, como humedales, que tienen un impacto importantísimo como servicio ecosistémico: purificación del agua, regulación de los pulsos de inundación y bajante, criadero de peces, ya que los peces no ponen los huevos en el río abierto, sino que entran a los arroyos y humedales para hacerlo”, destacó nuestro entrevistado.

Islas Rio Uruguay | autor: Ramón Moller Jensen

“Después, hay 8 mil hectáreas de distintos tipos de bosques, el predominante es el bosque tipo espinal, el típico bosque entrerriano de Algarrobo, Ñandubay y Espinillo, pero también hay algunas otras variantes, en menor escala, como los blanquizales (por el tipo de suelo) o quebrachales, que se llaman así porque ahí hay quebracho blanco, lo que es una rareza, porque es típico de la zona chaqueña”, contó Amoroso.

Además, en esos “manchones de suelo blanco” se suelen encontrar hormigueros gigantes, de 5 a 7 metros de diámetro y 5 metros de profundidad bajo la superficie de la tierra. Hay, también, un tipo de claveles del aire que crecen sólo en esas zonas, entre otras muchas particularidades.

“Nos gustaría que se estudie más la zona, porque estoy seguro que hay otras especies que son exclusivas de ese ambiente, lo que va a despertar mucho interés en los botánicos”, expresó el ingeniero agrónomo. Y contó una curiosidad de la que en El Potrero se empiezan a acostumbrar: “Ayer se estaba trasladando una palmera Yatay, que había quedado en un área forestal, y Daniel, capataz de campo y la persona que más conoce la reserva, encontró una serpiente debajo de la tierra que se vio al sacar la pala mecánica. Es una serpiente de la que hay muy pocos registros en la Argentina, es subterránea, sin duda es la primera vez que se registra acá, en la reserva, y creo que es el segundo registro en Entre Ríos”.

Este 2024 ha sido un año de hallazgos en la reserva. Por ejemplo, en enero se encontró una araña nueva para la ciencia. Un grupo del Museo de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, de Buenos Aires, tenía indicios de su presencia y llegó a buscarla: la encontró. Esa publicación científica está en marcha. Algo similar pasó con una especie de hormiga, hallada por integrantes de la Cátedra de Ecología de Comunidades de la UBA: “Fue el tercer registro a nivel mundial de esa hormiga, ese paper está en preparación”, contó Amoroso. Y agregó: “También este año tuvimos, por primera vez, nacimientos de yacarés en la reserva, fue un año científicamente importante para nosotros”.

PROYECTOS GUAZUNCHO Y TORDO AMARILLO

Según el relato de lugareños, el guazuncho o corzuela parda históricamente habitó la zona, pero hace algo de 20 años dejó de encontrarse. Uno de los proyectos más importantes que tiene la reserva, hace algo de cinco años, es el programa de reintroducción del guazuncho, habilitado por el Sistema de Áreas Naturales Protegidas de Entre Ríos.

“Hoy, orgullosamente, podemos decir que vuelve a haber una población de guazuncho o corzuela parda. Tendremos alrededor de 25 ejemplares”, contó el responsable del lugar a La Mala.

Otro de los proyectos de relevancia es el del Tordo Amarillo. Se estima que la población de esta especie en toda la Argentina es, más o menos, de nada más que mil aves y está dividida en dos poblaciones: una en Corrientes y otra en Entre Ríos.

Tordo Amarillo | Autor: Ramón Moller Jensen

“Un núcleo bastante condensado pasa el invierno acá y a veces parte de la bandada se va para la zona de Costa Uruguay Sur. Después, llega la temporada reproductiva, que es ahora a principios de octubre, y se empiezan a separar, forman grupitos de cuatro, cinco, seis parejas y se van, y juntas eligen su sitio de anidación”, contó el experto.

El inconveniente es que el tordo amarillo tiene muchos problemas reproductivos, por múltiples razones, por la biología misma del animal y por las amenazas difíciles de sortear, sobre todo. Es por ello que la reserva viene trabajando con la ONG Aves Argentinas, la más importante y antigua del país, con su Programa de Conservación del Tordo Amarillo.

“Todos los años, cuando se detectan colonias reproductivas, vienen con voluntarios, que se llaman los guardianes de colonia, y se instalan durante dos meses en un campamento, dos meses a estar con los binoculares vigilando si alguna de las amenazas se está concretando, porque tienen muchas, y en ese momento actúan para tratar de garantizar el éxito reproductivo. Una de las amenazas más importantes es el parasitismo del tordo renegrido, que no construye nidos, ni cuidan los huevos, sino que ponen los huevos en el nido del torno amarillo, le rompe los suyos y se va”, contó Amoroso.

REFUGIO DE VIDA SILVESTRE

“Este año fuimos habilitamos como Refugio de vida silvestre, que es diferente a ser reserva. Nosotros, como reserva, podemos cuidar, conservar y, si acaso Temaikén o el Ecoparque de Buenos Aires tiene algún animal para liberar, viene y se libera”, contó el entrevistado. Y, en tono de “crítica constructiva”, explicó que con el programa de corzuelas empezaron a recibir animales que estaban domesticados, “a tenerlos en cuarentena, pasarlos por revisión veterinaria, todo con muy buena intención, pero lo cierto es que para hacer eso tenemos que hacer un refugio de vida silvestre. En su momento no hubo ningún problema porque ante la falta de este tipo de refugios, alguien debía hacerlo”. Pero, “este año empezamos a construir más recintos para la recepción de animales y nos dimos de alta en la provincia como refugio de vida silvestre. Todavía tenemos mucho por hacer en ese sentido, pero esto nos habilita y nos ilusionamos con recibir muchos más animales ahora y con poder lograr la habilitación a nivel nacional”.

“Estamos trabajando en proponer unos nuevos planes de reintroducciones, como lo hicimos con el guazuncho”, adelantó Amoroso antes de guiarnos por algunos de los senderos del lugar.

VISITAS ABIERTAS

La Reserva El Potrero realiza visitas abiertas un sábado al mes. Las mismas ya están calendarizadas y quienes deseen realizarla debe escribir un correo electrónico a info@reservaelpotrero.com.ar.

“No cobramos entrada, sí pedimos una colaboración voluntaria para apoyar el proyecto educativo, con lo que ingresa pagamos guías extras cuando vienen escuelas que son muy numerosas”, informó al respecto el responsable del lugar.